Lady Jane Grey, la reina de los nueve días |
“El rey Enrique VIII
reconoció que las relaciones por siglos con el papado habían tenido muchos
conflictos con los pontífices, e Inglaterra siempre resintió pagar el impuesto
a Roma conocido como Óbolo de San Pedro, que había sido pagado anualmente a
Roma desde los días del rey inglés Alfredo. Siempre hubo críticas pronunciadas
en contra de la riqueza y la corrupción de los papas y ahora, en el mundo
civilizado de la Europa del Renacimiento, había todavía más razones para
criticar.
Enrique se
desilusionó cada vez más con la Santa Sede y en este clima ocurrió la reforma
inglesa. Fue Thomas Cromwell, quien finalmente convenció a Enrique de las
ventajas de separar la iglesia de Inglaterra de Roma. Cromwell había estado al
servicio del rey desde 1521, tenía una gran inteligencia y una falta total de
escrúpulos, estableció un servicio de espionaje muy eficiente, que era un
modelo para los futuros gobiernos. El 21 de enero 1531 se convocó a los
clérigos de Canterbury y York en Westminster lo que marcó el comienzo de la
Reforma Inglesa”….
…. “El rey Enrique
murió el 28 de enero de 1547 a la edad de 55 años, un hombre con sobrepeso,
además sufría de una pierna envenenada que resistió a todos los tratamientos;
un hombre que a pesar de su naturaleza vigorosa y seis esposas era incapaz de
producir una descendencia de varones sana para sucederlo”...
... “Enrique fue
sucedido por su único hijo, el rey Eduardo VII, un niño enfermo de nueve años,
quien finalmente murió de tuberculosis a la edad de 15, durante su reinado la
fe reformada del Protestantismo se practicaba abiertamente bajo el arzobispo
Cranmer, protestante desde 1530 que era el primado de la iglesia de Inglaterra.
El joven rey fue a su vez gobernado por un Consejo de Regencia en el que estaban sentados Catalina Parr, la última viuda de Enrique, este Consejo consideró un matrimonio por conveniencia entre el joven rey e Isabel, la hija del rey de Francia, Enrique II, quien era católico, también se elaboró un plan para casar al joven rey con la bien educada y protestante sobrina nieta de Enrique VIII, de dieciséis años de edad, Lady Jane Grey, llamada así por su tía abuela la reina Jane Seymour, pero todos estos planes terminaron con la muerte repentina de Eduardo, cuando la sucesión al trono se convirtió en un gran problema debido al conflicto entre el Protestantismo y el Catolicismo. La primera en la línea del trono era María Tudor, hija de Enrique y Catalina de Aragón, una joven fiel y católica, pero el poderoso duque de Northumberland contrarrestó esta situación obligando a Lady Jane Grey, ahora su nuera, a tomar el título contra su voluntad. En medio de mucho desorden Lady Jane se convirtió en reina y conservó el título durante 9 días, hasta que su prima, María Tudor la depuso, tomó el título de reina para sí misma, y envió a Jane a la Torre de Londres, donde inmediatamente se le cortó la cabeza seguida por su esposo y su suegro. Así Lady Jane Grey fue una mártir trágica y triste para el Protestantismo.
María Tudor como
Reina siguió adelante decidida a restablecer el catolicismo en Inglaterra y
Escocia, y se casó oficialmente con el rey Felipe de España con el fin de
producir un heredero católico. Pero rara vez se encontraron y el matrimonio
nunca fue consumado. María designó como su principal inquisidor al obispo
católico de Londres, Edmund Bonner, y así comenzó un intenso período de
persecución durante el cual el Libro de los Mártires registró la quema de 277
herejes. Luego de su muerte fue conocida como Bloody Mary (María la
sangrienta).
María fue sucedida
por su prima la reina Isabel I, quien llegó al poder como la primera reina
protestante de Inglaterra, pero su reinado fue una larga sucesión de intentos
de su familia para restablecer el catolicismo romano, incluyendo el de su tío,
el duque de Norfolk.”
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